lunes, 26 de marzo de 2012

¿Cuál es nuestra semilla y qué recogemos?
A Nemesio le gustaban los melones. Cuando de visita en un rancho era convidado con un buen melón, no omitía el ritual de pedir las semillas de esa variedad a fin de sembrarlas en su chacrita.
De esta manera había conseguido no soloalmacenar cuanta especie de melón hubiera aparecido por la zona, sino también conseguir algunas variedades nuevas.
Gracias a los cruces hechos por él mismo con distintas especies.
Pero como para el que buscaba nunca faltan motivos de asombro, llegó el día en que topó con algo realmente increíble. Le regalaron un sabroso ejemplar de melón sin semilla. Al principio quedó perplejo. No podía negar que aquello fuera un melón.
Y desde el momento que existía, tendría que haber nacido. De ahí a proponerse producir la variedad no hubo más que la distancia de una decisión.
Y Nemesio aquel año se propuso destinar toda la superficie de su chacrita a producir esa nueva variedad tan original.
Aró todo su terreno, y prolijamente desarraigó de él los rizomas de las gramillas. Con el rastrillo emparejó y desterronó lo arado y finalmente midió las distancias a fin de ubicar los surcos. De punta a punta trazó las líneas rectas como renglones de un cuaderno.
Cuando tuvo todo preparado, comenzó la verdadera tarea. Colocándose en la cabecera del primer surco, abrió con la punta del peine un pequeño hoyo en la tierra, y metiendo la mano en el bolsón que formaba con el poncho, hizo ademán de sacar algo que simuló colocar delicadamente en el hoyito. Luego se incorporó un poco, y con el borde de la alpargata volvió a colocar la tierra en su lugar, apisonándola suavemente con la planta del pie.
Dos pasos más adelante realizó la misma operación con idéntica meticulosidad, y repitiendo, los gestos habituales en la siembra de melones. Sólo que en esta especialísima circunstancia había un detalle omitido: la semilla. Y así recorrió toda la extensión del surco, y de la misma manera la de todos los demás. Una jornada entera le llevó el trabajo. Trabajo Pro- lijamente realizado. Precisión y destreza se derrochaban por igual.
Lo único que faltó fue la semilla. Y bastó ese solo detallecito para aquel año Nemesio se quedara sin melones.
Porque para conseguir lo que pretendía, Nemesio había ingenuamente creído que se le exigía realizar todo el esfuerzo de la siembra, suprimiendo simplemente aquel elemento
Cuando recuerdo a Nemesio siempre me vienen a la memoria aquellos que pretenden conseguir frutos de los momentos de su vida realizando un enorme esfuerzo, pero se olvidaron de sembrar las semillas.
De Mamerto Menapace
¿Cuantos de nosotros los que habitamos en este planeta, ya sean políticos, jueces, maestros, médicos, abogados, trabajadores y empresarios etc.queremos levantar la cosecha sin sembrar la semilla?

                         
CITA: 
"Si ella muere, para mí el mundo es una puesta en escena, pueden levantarlo todo, enrollar el cielo y cargarlo en un camión, apagar ésta luz bellísima del sol que me gusta tanto, ¿y sabes por qué? porque me gusta ella iluminada por el sol. Pueden llevarse todo, éstas alfombras, los edificios, la arena, el viento, las ranas, las sandias maduras, el granizo, las siete de la tarde, mayo, junio, julio, la albahaca, las abejas, el mar, los calabacines, ¡los calabacines! ¡encuéntrame ésta glicerina amigo Al Giumei-li!" 


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